Un día, estábamos sentadas en la puerta de tu casa, como siempre. Yo estaba medio mal, sentía que ya no le importaba a Ludmila, y vos me dijiste:
- No te tenés que poner mal por ella, a mí me pasó lo mismo con Luciana, y me dí cuenta qe no valía la pena.
No lo podía creer, te había pasado lo mismo que yo creía que me iba a pasar a mí. Me estabas diciendo, con seguridad, lo que me iba a pasar. Yo no lo quería aceptar, me negaba a creer que me iba a separar de Ludmila, mi amiga desde hace casi 10 años.
A partir de lo que me dijiste, lo hice todo para no perderla. Salía con ella, le hablaba todo el tiempo…
Un par de semanas después, lo pensé bien. Pensé en todo lo que me había hecho Ludmila, en lo mucho que yo había llorado por su amistad, y lo decidí. Tenía que dejarla atrás, como si nunca hubiese existido, yo era una más para ella, aunque ella dijera lo contrario. Ella la pasaba mucho mejor con otras personas que con migo, eso yo lo tenía claro desde hace mucho tiempo, pero por alguna razón, nunca lo quise admitir.
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